Burnout inmobiliario: cuando hasta el superhéroe se rinde
Apr 24, 2025
A veces me preguntan si los gerentes inmobiliarios somos de otra pasta. Que si estamos hechos para resistir lo que otros no aguantan. Que si llevamos una especie de capa invisible que nos protege del cansancio, la frustración y el desgaste.
Y yo, que llevo años en esto, no puedo evitar sonreír. Porque si algo he aprendido, es que debajo de esa “capa” hay personas. Personas que se dejan la piel, el tiempo y la energía en un negocio tan apasionante como exigente.
Este sector te obliga a saber de todo: marketing, ventas, recursos humanos, fiscalidad, derecho, tecnología... Y, además, debes estar disponible casi 24/7, como si los días tuvieran más de 24 horas y tú fueras inmune al agotamiento.
Pero no lo somos.
Cuando el negocio te absorbe por completo
He conocido muchos compañeros que, tras años de lucha, han dicho “hasta aquí”. Algunos liquidan sus empresas y se quedan con estructuras mínimas. Otros venden. Y muchos simplemente sobreviven, atrapados en esa rueda de hámster que nunca para de girar, con la sensación de que todo depende de ellos… pero ya no les queda fuerza para seguir empujando.
No lo digo desde la queja, lo digo desde la empatía. Desde el haberlo vivido. Porque en algún momento, todos –o casi todos– hemos sentido que se nos apagan las ganas.
Y entonces… ¿qué hacemos?
No traigo fórmulas mágicas, ni gurús, ni soluciones exprés.
Solo quiero escribir esto para recordar a quienes están en ese punto que no están solos. Que este negocio es duro, sí, pero también increíblemente bonito. Que no olvidemos aquellas familias que gracias a nosotros encontraron un hogar. Aquellos vendedores que nos confiaron su patrimonio. Aquellos clientes que se convirtieron en amigos.
Celebremos también eso.
Las pequeñas victorias. Las sonrisas al firmar una escritura. Ese WhatsApp de agradecimiento meses después. La comida improvisada con el equipo tras cerrar una operación imposible. Las risas en medio del caos. Esos momentos que no salen en los Excel, pero que son los que nos sostienen.
Seguimos por pasión
Si estás cansado, descansa. Si estás al límite, habla. Pide ayuda. No eres menos profesional por reconocer que no puedes con todo. Al contrario: eres más humano.
Y a ti, que quizás hoy estás leyendo esto con un nudo en el pecho, solo quiero decirte: gracias.
Gracias por seguir, por insistir, por cuidar a tus clientes como si fueran de la familia.
Este artículo es para ti.